jueves, 14 de junio de 2012

No lo hagas: ¿Bebés viendo al frente?


Otro punto controversial en el uso moderno de portabebés viene de las opiniones encontradas acerca de cargar a los bebés viendo hacia el frente. Cuando los bebitos alcanzan cierta edad y tamaño, alrededor de los tres o cuatro meses (incluso antes), muchos comienzan a demostrar una activa curiosidad y en vez de dormitar angélicos en el fular como lo hacían a las pocas semanas, ahora empujan contra nuestro pecho con impaciencia, gruñen, y estrenan músculos cervicales para volver sus grandes cráneos y ver con quién estás hablando. Muchos papás cargan en brazos habitualmente a sus cachorros encarando hacia afuera, para satisfacer a estas personitas curiosas; en consecuencia, al combinar con el portabebé, viene la pregunta: ¿Cómo lo coloco para que quede viendo hacia afuera? ¡A mi niño le encanta ver hacia afuera!



Como la del bebé en bicicleta, ésta es una de esas ideas que surge automática, pero que cuando lo pensamos un poco más, nos percatamos que no es muy recomendable. Cuando analizamos con cuidado lo que ocurre cuando cargamos a nuestros bebés en esta posición, encontraremos que hay muchas razones ‘de peso’ que contravienen algunos de los principios básicos del porteo o babywearing; entre ellos, que tanto el bebé como quien lo carga deben ir cómodos y seguros, y en una posición que no les perjudique a largo plazo. Por eso, la mayoría de los grupos, líderes, y porteadoras con experiencia preferimos recomendar que intentes una posición a la cadera o en la espalda, si tu bebé es curioso y protesta cuando lo llevas encarando hacia ti. Así, el nene queda orientado hacia tu cuerpo, con su peso bien pegado al tuyo, al tiempo que puede disfrutar del escenario a su alrededor sin perderte nunca de vista. 

A continuación, siete razones por las que no se recomienda encarar a los bebés hacia adelante:

1.       Peso sobre los genitales
      Con un portabebé natural y ergonómico como el rebozo o el fular de anillos, buscamos que el bebé siempre quede sentado con las rodillas elevadas y soportadas por un amplio asiento de tela, adoptando la posición en M o de ranita (posición de sentadilla); sin embargo, es imposible lograr esta posición cuando encaramos el bebé hacia el frente. En anuncios y publicidad errónea, es común ver fotos de niños suspendidos por las ingles sobre la cruz del fular, con las piernas colgando rectas hacia abajo como paracaidista en una postura que recuerda la de la cangurera comercial o Bjorn. En este caso, el peso entero del niño descansa directamente sobre sus genitales, lo cual puede provocar incomodidad, rozaduras, y en el peor de los casos, riesgo incrementado de infecciones urinarias o daños a los testículos de los varones, por causa del calor, la presión, el roce y la humedad.

 
2.      
            No proporciona el soporte adecuado a caderas y piernas.
Las razones de ergonomía tras la posición en M es que con las rodillas altas, la flexión es la óptima para favorecer el correcto desarrollo de la articulación de la cadera; por tanto, con las piernas colgando hacia abajo cuando mira al frente, se pierde este objetivo ergonómico y el bebé queda literalmente colgando sobre la entrepierna, en vez de cómodamente sentado sobre su trasero y con las rodillas bien altas.

NOTA: Por otro lado, existen modos para acomodar a bebés pequeños sentados con las piernas en posición de loto, para que queden encarando al frente. En este caso, se vuelve a adoptar la posición requerida en piernas y caderas, aunque las demás consideraciones siguen presentes.
3.      
            Expone al bebé a sobrestimulación.
Los bebés son muy curiosos y algunos luchan por mirar a su alrededor, pero llevarlos viendo al frente por períodos prolongados no es lo más beneficioso para ellos, ya que aún no tienen las herramientas para enfrentar y procesar toda la información que ofrece el entorno. Los bebés deben aprender a descartar la información útil de la información innecesaria, así como aprender a bloquear su percepción de esta última.   Cuando se cansa, un bebé que viaja contra tu pecho se apoya en ti y se relaja, lo cual efectivamente le oscurece la visión para que pueda dormir; un bebé encarando afuera no puede hacer esto. El bebé tiene que ‘digerir’ todo el flujo de información que recibe en algún momento del día, y también necesita espacios de oscuridad y silencio para tener la oportunidad de procesarlo (la cual es una de las razones por las que algunos bebés se muestran más irritables por la tarde). 


4.       Presiona hombros y omóplatos hacia atrás para eliminar la curva en C de la espalda.
Cuando el bebé pende sobre la cruz del fular con una pierna a cada lado, queda inestable sobre un punto de apoyo muy angosto, lo cual le hará arquear los hombros hacia atrás para producir una espalda cóncava, en contra a la kifosis normal en los bebés antes de caminar; además, las bandas del fular, para asegurarlo, comprimen aún más el torso superior, de nuevo en contra de los principios ergonómicos y anatómicos que fundamentan el porteo ideal.

5.       Pérdida de contacto visual.
De nuevo, en contra de otra de las pocas reglas escritas en piedra del porteo (Visible y Besable), con el momito encarando al frente perdemos esa línea directa de comunicación con él o ella, es decir, no sabemos si viene despierto o dormido, si ya se babeó, o tal vez si le da el sol en los ojos. 

6.       Es menos cómodo y ergonómico para quien carga
Personalmente esta es una las razones que me parecen más relevantes para evitar las posiciones mirando al frente. Un porteo seguro, más allá de los beneficios y consideraciones hacia los críos, también tiene que ver con la comodidad y seguridad de quien carga, en la mayoría de los casos, las mamás. Cuando cargamos a nuestro bebé encarando hacia nosotros (ya sea al frente, a la cadera, o sobre la espalda), el peso entero del bebé, incluyendo el nada despreciable peso de esos bracitos y piernas olímpicas, está orientado y envuelto literalmente alrededor de nosotros, sin dejar espacios ni gran margen de movimiento. Con esto logramos integrar efectivamente el geométrico y creciente peso de nuestros tesoros a nuestro centro de gravedad, lo cual nos presta la mayor estabilidad al movernos. En cambio, cuando brazos y piernas oscilan hacia afuera, delante nuestro, el peso tira de nosotros hacia adelante y respondemos arqueando también la espalda y sobrecargando el área lumbar, todo lo cual puede provocarnos lesiones de espalda después de semanas y meses de ardua labor de crianza. 

7.       Exposición de centros vitales, absorción de impacto, pérdida de calor. 
      La espalda del bebé está cubierta de una capa adicional de tejido adiposo que le ayuda a conservar el calor cuando se encuentra ovillado en posición M. Esto ayuda al bebé a conservar el calor en la zona más vulnerable y activa de su cuerpo, el pecho y el abdomen, a la vez que los protege del impacto y la oscilación. Al encarar al frente, el vientre queda expuesto, y la espalda extendida no ayuda a absorber el impacto de cada paso que damos, ni el rebote de las piernas y brazos que cuelgan. Todo esto es incómodo y cansado para el bebé.